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Fallece Antonio Puig Planas,
el artífice del diseño industrial en Puig
Antonio Puig Planas falleció el pasado 21 de noviembre en Barcelona a los 94 años de edad. Relevó a su padre al mando de la empresa y, junto con su hermano Mariano, promovió la actividad internacional, pero sobre todo será recordado por inocular la pasión por el diseño industrial en la compañía, que a día de hoy el grupo ha convertido en dogma.
Nacido en Barcelona en 1924, la vida de Antonio Puig Planas transcurrió ligada al negocio familiar. Completada su for- mación, que incluyó estudios de perfu- mería en Grasse, se incorporó de pleno al negocio, llegando a ser presidente de la empresa.
Casado con María Soledad Rocha y padre de Manuel Puig, fue el respon- sable de la introducción del diseño industrial en la compañía y, junto con su hermano Mariano, promovió su acti- vidad a escala internacional con el fin de superar los perjuicios que suponía la economía autárquica de la dictadura. En 1975 participó en la creación de los Laboratorios Isdin, empresa dedicada a la dermocosmética, llegando a ser con- sejero durante más de 25 años.
PREDESTINADO Y PREPARADO
Cuando el primogénito del fundador del grupo Puig llegó al mundo, la empresa tenía 10 años y el negocio florecía impulsado por la vitalidad de la década del Art Déco que invadía Barcelona. Su padre creaba el primer labial de España, Milady, fabricando los envases del pinta- labios para no depender de proveedo- res y elaboraba y distribuía fragancias, al tiempo que trababa amistad con un grupo de artistas, entre ellos el pintor Jaume Mercadé y el orfebre Ramón Sunyer. Su hijo mayor, Antonio Puig
Planas, le acompañaba a estos encuen- tros que despertaron en él una gran sen- sibilidad artística, que sería fundamental durante su gestión de la empresa y tam- bién en su vida personal, convirtiendo la pintura –fue el hijo de Mercadé quien le enseñó a pintar– en algo más serio que un hobbie.
Finalizada la Guerra Civil, Puig lanza su primer gran éxito, Agua Lavanda, cuyas ventas hicieron más llevadera la difícil postguerra, años en que Antonio y su hermano Mariano, tres años menor, echa- ban una mano en la empresa mientras estudiaban. Antonio terminó ingeniería industrial, pero antes de incorporarse de lleno a la empresa completó su forma- ción estudiando perfumería en Grasse. Allí pasó cuatro meses aprendiendo en la empresa Roure Bertrand con Jean Carles, autor de perfumes como Miss Dior o Shocking, de Schiaparelli.
DISEÑO Y ACTIVIDAD INTERNACIONAL
A lo largo de los años 50, el fundador fue progresivamente delegando en sus dos hijos mayores el control de la empresa. Ambos se dieron cuenta de que, para vencer las dificultades y res- tricciones de la época, tenían que crecer fuera de España. Antonio reparó en que Agua Lavanda, con su frasco anti- cuado, no era un producto preparado para competir en el exterior, y pensó en diferenciarse con un frasco artesanal inspirado en unas pequeñas garrafas de
mimbre utilizadas en Baleares. Pero su fabricación no se pudo industrializar, lo que impidió afrontar el primer pedido de 50.000 unidades. Antonio compren- dió que necesitaban un buen diseña- dor local y lo terminó encontrando en André Ricard, después de una ardua búsqueda, tras ver una vajilla suya en la Feria de Muestras de 1962. Entre los dos se fraguó una alianza determi- nante para el devenir de la compañía, sentando un estilo propio de hacer perfumería con la singularidad de sus diseños. Ricard firmó el famoso frasco verde de Agua Lavanda.
En esa búsqueda por internacionalizar su actividad, Antonio y Mariano con- tactaron con un diseñador que estaba revolucionando la moda francesa con unos vestidos de metal. Una noche de mayo del 68 cerraron el acuerdo para desarrollar las fragancias de Paco Rabanne. En su primer boceto, Rabanne dibujó un tornillo mecánico, que Anto- nio, haciendo valer su mirada crítica, no dudó en descartar retando al diseñador a mejorarlo. Rabanne, que había estu- diado arquitectura, encontró finalmente la inspiración en el edificio de la ONU de Nueva York para crear el frasco de su primera fragancia, Calandre.
    PASIÓN POR EL ARTE
La curiosidad de Antonio le llevó a interesarse por distintos aspectos del negocio, empezando con el diseño y el producto para pasar a ocuparse progresivamente por las finanzas o el arte. “Mi padre intuía que la perfumería y el arte iban ligados. Nos dio mucha libertad para encontrar nuestro camino”, recordó en vida Antonio. Este apoyo paternal favoreció el despliegue de sus inquietudes artísticas, espe- cialmente a través de la pintura y la escritura. Su obra pictórica evoluciona desde el fauvismo al cubismo, mostrando predilección por los paisajes y el retrato. En el año 2000 llegó a exponer 50 de sus obras en la galería Artur Ramón de Barcelona. También escribió tres libros.
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Antonio Puig Planas.


















































































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